El Salvador por la Litoral: Barra de Santiago a La Libertad
La costa salvadoreña es famosa por su oferta de surf, pero en el país más pequeño de Centroamérica el mar no se conforma con olas retadoras. A cambio de recorrer la carretera litoral, el Pacífico guanaco revela las playas vírgenes de La Libertad, los manglares protegidos de Barra de Santiago y el paraíso sostenible de Mandala Eco Villas.
La Carretera Nacional 2, conocida entre los locales como “La Litoral”, recorre El Salvador con brisa marina. El camino se extiende desde la frontera con Guatemala hasta la frontera con Honduras, en varios tramos a pie de playa. Los casi 330 kilómetros de ruta conducen a varios de los rincones turísticos más conocidos del país. Uno de ellos es el corredor costero entre Mizita y La Libertad, donde la promesa de surf y el clima tropical son cosa de todos los días.
Las playas salvadoreñas no están tapizadas de resorts todo-incluido ni de complejos privatizadores. En lugar de torres babilónicas y de logotipos conocidos, las comunidades de la costa optan por la sencillez. Hostales relajados, villas sostenibles y casas en renta acompañan a las playas más famosas de El Salvador. Y con eso de que la grandeza guanaca es más metafórica que literal, no toma mucho tiempo visitar el viejo muelle de La Libertad, la bahía de piedras negras de Shutía y los bares de El Zonte.
Para surfear y disfrutar del mar no hace falta salir del departamento de La Libertad. No muy lejos, sin embargo, un área natural esconde playas vírgenes y cientos de especies animales. Cerca de la frontera con Guatemala, la Barra de Santiago ofrece paisajes donde la naturaleza y la calma son vistas con mejores ojos que las tablas de surf y la vida nocturna. ¿Y la mejor parte? Todo está relativamente cerca. En El Salvador, 100 kilómetros bastan para encontrar manglares protegidos, hoteles sostenibles y pueblos que no duermen.
Playas de La Libertad:
El Zonte, El Sunzal y Shutía
En el corredor costero del departamento de La Libertad pocas playas son tan famosas como El Zonte. Gracias a sus olas, especialmente seductoras entre mayo y octubre, este pueblo es una de las mecas del surf salvadoreño. La comunidad vive de la emoción que produce la marea alta. Y aunque el surf es el motor que impulsa y mantiene ocupado a El Zonte, las visitas que no saben cómo usar una tabla también tienen qué hacer. Recorrer la playa en busca de pájaros, disfrutar la puesta del sol con cerveza en mano y cenar el plato típico nacional en la pupusería Geisy, son algunas de las opciones.
La playa que comparte nombre con el departamento también es muy popular. Eso sí, su fama poco tiene que ver con oleajes y vientos. Cuando se trata de historia, La Libertad tiene cola que le pisen. Esta playa, la más cercana a San Salvador, fue donde se habilitó el primer puerto del país en la década de 1820. Hoy, el muelle de más de 200 metros de largo funciona como embarcadero y mercado de mariscos. Es aquí donde los pescadores locales ofrecen cocteles de camarón, conchita, pulpo y calamar del mar a la boca.
Con ganas de cerveza artesanal y de postales jurásicas conviene buscar paradas carreteras menos obvias. A menos de 10 kilómetros de El Zonte, cerca de playa Shalpa, la cordillera del Bálsamo y el mar se encuentran abruptamente. La costa accidentada en Shutía no es la más amigable para echarse a tomar el sol, pero en plan paisajístico sus acantilados verdes y playas negras son un espectáculo. Cuando se trata de cerveza artesanal en El Salvador, Cadejo Brewing encabeza el movimiento. Su matriz está en San Salvador, pero cuentan con una sucursal cerca de La Libertad. Para variarle a la Pilsener, la terraza de Cadejo entre playa Xanadú y El Sunzal ofrece etiquetas como Hija de Pooh (honey blonde ale), La Negra (irish stout) y Mera Belga (belgian white ale).
Barra de Santiago:
Playa virgen y safari manglar
Desde la frontera con Guatemala hasta el límite con el departamento de La Libertad, la costa occidental salvadoreña se caracteriza por sus franjas kilométricas de arena y desembocaduras de agua dulce en el mar. Una de ellas, la más icónica, resguarda manglares movedizos, aves desinhibidas y reptiles tan tranquilos como intimidantes. A cambio de viajar un par de horas y de rodar por terrenos arenosos, Barra de Santiago sorprende a las visitas con derroches naturales que esconden lo mejor de dos mundos.
Las playas de Barra de Santiago hacen ojitos a los locales, pero son sus lagunas tierra adentro las que sorprenden a pajareros y conservacionistas. Remar un rato y adaptarse a los caprichos de la marea es todo lo que hace falta para descubrir uno de los manglares más accesibles y obviados de El Salvador. Designado como Sitio Ramsar, Barra de Santiago cobija decenas de reptiles, aves y mamíferos. Garzas cucharonas, martines pescadores enanos, cangrejos azules y cocodrilos son algunos de los animales que se pueden ver en el manglar. El canal El Zapatero, dentro del área protegida, cuenta con un sistema de pasarelas de madera que permite apreciar el ecosistema desde lo alto y con los pies en la tierra.
La Barra, como se conoce localmente, es famosa entre los salvadoreños como destino de fin de semana. Sus playas de arena contrastan con los paisajes accidentados del corredor costero de La Libertad. Casas de veraneo, pueblos pequeños y campos de caña conviven con barcos pesqueros y restaurantes de mariscos a lo largo de varios kilómetros de playa. Para acompañar la arena con música, cerveza y sombrillas, los primeros tres kilómetros de la Barra son ideales. Para alejarse del gentío y el ruido, los últimos dos kilómetros desprovistos de camino son los mejores. Salvo por una palapa que sirve ceviches, cocteles y caldos de mariscos, en la Bocana de Barra no hay ni un alma.
Mandala Eco Villas:
Turismo sostenible en playa El Cocal
Este hotel, bañado en el verdor de la playa El Cocal, es una oda a la naturaleza, las bondades de la costa y el turismo responsable. Inaugurado en 2016 con la filosofía de incorporar prácticas sostenibles de forma integral, Mandala Eco Villas propone una versión de lujo que apuesta por graznidos matutinos en lugar de auriculares Bosé. El terreno de una vieja hacienda, en el que ahora se camuflan cinco villas, cuenta con alberca, jardines, espacio para practicar yoga y acceso directo a la playa. Buenísimo para surfear, saludar al sol y tirarse a ver el mar sin acabar con los alrededores.
Las villas de Mandala son, sin duda, dignas de postal paradisiaca. Afortunadamente, su apariencia no es lo único plausible. Fiel a los principios verdes, este hotel se construyó con materiales reutilizables y fibras naturales de campos responsables. Madera de conacaste, interiores de tarima reciclada y techos de palma real cumplen la doble función de hacer habitaciones tan guapas como funcionales. Gracias a las propiedades térmicas de la madera, las villas no guardan calor y un ventilador de techo es suficiente para pasar la noche sin calor. A las iniciativas ecológicas se suman un estanque de recolección de agua de lluvia y uso de productos orgánicos.
En plan culinario, Mandala se ha ganado un lugar especial en el corazón y la panza de los locales. Hamburguesas vegetarianas, desayunos tradicionales y shakshuka son algunos de los platillos que se sirven con vista al mar. El menú presume platos típicos salvadoreños con recetas de latitudes más lejanas. Lo que no presume, cuando menos tanto como debería, es el origen de sus ingredientes. Como parte de su filosofía, Mandala dedica una parte considerable de su terreno a la siembra orgánica de vegetales. Sin contar mangos y plátanos que crecen solos, el terreno produce hierbas aromáticas, calabazas, hongos, tomates y hojas verdes. Además, el proyecto cuenta con gallinas que, a cambio de merma fresca, abastecen de huevos de granja. Todo natural, libre de químicos y sin encierros. ¡Quién fuera gallina de Mandala para vivir así todos los días!
Tips de viaje:
El aeropuerto internacional de San Salvador tiene vuelos directos desde varias ciudades de Canadá, Centroamérica, Estados Unidos, México y la alta Sudamérica.
Para ir a una playa de La Libertad, sin planes de explorar la región, lo ideal es contratar un servicio de transporte o tomar un Uber desde el aeropuerto. Con ganas de moverse en el corredor costero y recorrer el interior, lo mejor es rentar un coche.
El Salvador tiene clima tropical con mínimas de 23 °C y máximas de 32 °C prácticamente todo el año. Entre mediados de mayo y mediados de octubre las lluvias son comunes.
La compañía local El Zonte S-Cool ofrece recorridos personalizados por las reservas naturales, el corredor costero y las fincas cafeteras de El Salvador.
Curiosidades:
Desde Colombia hasta Canadá, El Salvador es el único país del continente americano sin salida al océano Atlántico.
Desde enero de 2001 el dólar estadounidense es la moneda oficial de El Salvador.
El Salvador nunca ha ganado una medalla olímpica. (Yo tampoco).
A los salvadoreños, coloquialmente, se les conoce como guanacos. Un detallazo más del mundo de los gentilicios en español.
PIES DE FOTO
1. Playa El Zonte en el departamento de La Libertad.
2. Pájaro carpintero en playa El Zonte.
3. Zona de playa en Barra de Santiago.
4. Manglar en Barra de Santiago.
5. Cocodrilo en la zona protegida de Barra de Santiago.
6. Ceviche fresco en el chiringuito de Bocana de Barra de Santiago.
7. Habitaciones con diseño y materiales sostenibles en Mandala.
8. Invernadero en Mandala Eco Villas.
9. Playa El Cocal frente al hotel sostenible Mandala.
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Publicado el 25 de noviembre de 2020 por Marck Gutt | Don Viajes.
Última actualización: 25 de noviembre de 2020.
Versión editada de una historia publicada en la revista V de Volaris, agosto 2019.
El contenido de esta publicación es resultado de un viaje realizado con el apoyo de Mandala Eco Villas.
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