Recuerdos de un viaje a Helsinki: mercados, museos y otros atractivos
Esta ciudad nórdica no es la más pasional ni la más ajetreada. No hasta que sale el sol y entonces, con esa sencillez muy suya, Helsinki se llena de vida y de placeres simples. Armada con diseño legendario y mercados devotos de la sopa, la capital finlandesa nos da razones para confundir el lugar con la utopía.
En Finlandia los recién nacidos duermen en cajas de cartón, me lo dijo una historia de esas que circulan por internet a la que le creí poco. Existen cunas, sí, pero existe también la firme creencia de que todos los niños son, antes que un código postal, niños. La historia se lee, con reservas, como un verso de tarjeta perfumada del día de las madres. Sin embargo, más que un cliché lo de dormir en una caja los primeros días de nacido es tan tradicionalmente finés como subirse al metro sin pasar por torniquetes.
Como parte del äitiyspakkaus, un paquete de maternidad que desde la década de 1940 el gobierno otorga a quienes esperan un hijo, los futuros padres y madres reciben pañales, trapos, ropa, toallitas y una caja que, además de funcionar como contenedor, también es cuna. No es precisamente lo que uno se imagina al pensar en diseño nórdico, pero ya que estamos en esas, Helsinki tampoco es lo que uno se imagina al pensar en la ciudad utópica. Cuando menos para mí, en las utopías el sol visita seguido, la fruta fresca no es un lujo y los museos públicos no cuestan.
Capital utópica:
La ciudad finlandesa
Por azares de un boleto de avión barato y un amigo expatriado que se ofreció a hospedarme en su casa, decidí pasar una semana en Helsinki. Llegué en esos días de mayo “que ya no son fríos”, cuando el termómetro marca una temperatura de 8 °C en la tarde y 12 °C a mediodía. A diferencia de esos viajes en los que hay un itinerario planeado, a la capital de Finlandia llegué sin tener la menor idea de qué hacer. Ahí estaba, con pocos euros y muchas horas de sol al día, en una ciudad que no sabe si presentarse primero como cara o como idílica.
Me topé con una isla que sirve como patio dominical en días soleados y con un mercado en el que hace falta esperar un rato para comer un plato de sopa. También con una capilla dedicada a todo credo y a su vez a ninguno. Me llamaron la atención las funciones de compañías de danza desconocidas con llenos totales y el hecho de que cinco coches a la vista bastasen para hablar de problemas de tráfico. El mayor de los hallazgos, sin embargo, fue descubrir una sencillez que, congruente consigo misma, se esconde.
De entrada, Helsinki y yo no fuimos los mejores amigos. Luego, gracias a las vueltas que resultan de andar sin rumbo, limamos asperezas. La capital finlandesa no presume los bailes más pasionales de la historia ni los mercados más folclóricos del mundo. Lo que Helsinki tiene de sobra es sencillez. Y una ciudad que se conforma con lo simple, aun con la posibilidad de tenerlo todo, tiene mucho de ejemplar. El problema no estaba en los negocios cerrados en domingo ni en las funciones de teatro experimental con boletos de 35 euros, sino en mi concepto de utopía.
Mercados, sopa y sol:
Costumbres de Helsinki
Voy hacia Hakaniemi, uno de los mercados principales de Helsinki. Sería mucho más folclórico si tuviera puestos callejeros y el paisaje sonoro de una plaza, pero en una ciudad que vive bajo nieve más de seis meses por año, eso es impensable. Dentro del edificio de ladrillos, un par de pasillos bien ordenados y poco estruendosos ofrecen pan artesanal, moras locales y aceites de oliva traídos de una Europa que se antoja como otro planeta. También abundan los pasteles carelianos, un bocadillo finlandés que se prepara con masa de centeno rellena de arroz y mantequilla de huevo.
Es un día entre semana y los puestos apenas tienen gente. Todos menos Soppakeittiö, un local atiborrado que vende tres variedades de sopa: una de carne, una de mariscos y otra vegetariana. Desde la barra, una chica ve mis ganas de crema de tomate. “Cuando menos hay que esperar media hora”, dice en un inglés que le sale tan fluido y natural como el finlandés y el sueco. Me anoto y aprovecho la espera para subir al piso de arriba del mercado, donde convergen antigüedades y productos de Marimekko, el nombre finlandés más reconocido en la industria de la moda.
La sopa, acompañada con pan, me abre el apetito. Camino por el mercado en busca de algo más para comer cuando los pasillos se vacían. Los finlandeses responden enérgicamente al menor indicio de sol. Un poco de vitamina D es el mejor pretexto para salir a la calle y a las plazas. El hambre puede esperar. El malecón de la ciudad y los adoquinados que custodian la catedral de Helsinki se lucen con cielo azul de fondo, la hamburguesa vegetariana de Café Talo no especialmente.
Islas y credos:
Suomenlinna, Kamppi y Temppeliaukio
A Finlandia se le conoce como el país europeo de los lagos, pero no se queda corto en islas. Una de ellas, la más popular en la región metropolitana de Helsinki, es Suomenlinna. Durante años esta isla sirvió como fuerte de batalla. Hoy, por el contrario, Suomenlinna es un ejemplo del vínculo estrecho que tienen los finlandeses con la naturaleza. Cuatro veces por hora el ferry público deja el muelle de la ciudad. Se dirige, cargado de turistas y de locales, a la isla de los museos navales, las casitas de madera y el título de Patrimonio de la Humanidad.
El viaje toma 15 minutos. Desde la cubierta se alcanzan a ver el mercado antiguo y las siluetas de las dos catedrales de Helsinki, una luterana y la otra ortodoxa. La isla es un parque en el que conviven casitas de madera, áreas verdes y dejos de la guerra entre rusos y suecos, quienes se pelearon Finlandia hasta su independencia en 1917. Recorremos el fuerte, pasamos por las playas que en verano no se dan abasto y vemos por fuera el Vessiko, un submarino que ahora funciona como museo. Nuestra idea, ilusos, es quedarnos hasta el atardecer para tomar unas fotos de la ciudad. Se nos ha olvidado que el sol se pone a eso de las 10 de la noche.
El fin de la primavera ilumina Helsinki. Con cerca de 17 horas de luz, un día basta para recorrer Suomenlinna y hacer mucho más. En nuestro caso, nos perdemos por el centro, el mercado central de Kauppatori y Esplanadi, el bulevar más famoso de la ciudad. Incluso da tiempo de visitar dos iglesias, no por devoción al señor, sino a la arquitectura. La primera, Kamppi, una capilla de madera silenciosa que no se adhiere a una religión específica. La segunda, Temppeliaukio, una iglesia luterana excavada en una piedra.
Amor al arte:
Kiasma, Zodiak y Kaapeli
Me dirijo a Kiasma con el pretexto de ver una retrospectiva de Mapplethorpe, pero el museo de arte contemporáneo de la Galería Nacional de Finlandia me sorprende con hombres jugando a la pelota. Entre pasillos laberínticos y obras de artistas pop me encuentro con el trabajo de Tom of Finland, el ilustrador finlandés más famoso del siglo pasado. En este país los policías y los bomberos en situaciones homoeróticas son motivo de orgullo. Incluso Finlayson, una reconocida marca textil con tiendas en Finlandia y los Bálticos, tiene una colección completa de edredones y delantales con los hombres de Tom of Finland.
Este siglo también le ha venido bien a la creatividad finlandesa. No muy lejos del Kiasma, un espacio híbrido presume la hechura artesanal como estandarte. Lokal es una tienda especializada en objetos de diseño locales y sostenibles, pero también una galería de arte que se lleva bien con la espontaneidad. A mí, Lokal me recibe con café recién hecho, platos de cerámica a la venta y un artista que ilustra a las visitas por unos euros. Este fin de semana, además de exponer su obra, Matti Pikkujämsä está en la galería para pintar a los que se dejen. Y son tantos, que los espacios vuelan.
El último día de mi visita coincide con un festival de nueva danza contemporánea. Sin saber qué voy a ver me dirijo a Zodiak, un complejo cultural al oeste del centro. Pago mi boleto y hago tiempo en las instalaciones de Kaapeli, una vieja fábrica de cables transformada en museos y galerías. Suena la tercera llamada. Mientras escucho frases que no entiendo trato de recordar la última vez que estuve en un foro experimental con lleno absoluto. No me acuerdo. Tampoco sé cuándo fue la última vez que estuve en un lugar donde las cajas de cartón hacen de cunas y 8 °C con sol bastan para hacer un fiestón.
Tips de viaje:
El aeropuerto de Helsinki tiene vuelos directos a varias ciudades de Europa y algunas en Estados Unidos.
El transporte público es eficiente para moverse en Helsinki y sus alrededores. Se pueden comprar bonos de uno a siete días o boletos con validez de 80 a 110 minutos.
Helsinki tiene veranos templados con muchas horas de luz al día e inviernos fríos con pocas horas de luz al día. Entre noviembre y abril las temperaturas mínimas suelen estar por debajo de los 0 °C.
Todos los días sale ferry desde el puerto de Helsinki a Tallin. El viaje directo toma cerca de dos horas y vale la pena aprovechar la cercanía para pasar un día, si no varios, en la capital de Estonia.
Curiosidades:
Helsinki es la capital más septentrional de los países continentales de Europa. Solamente Reikiavik, en Islandia, está más al norte.
SkyWheel, la rueda de la fortuna gigante de Helsinki, tiene una cabina que funciona como sauna.
El finés y el sueco son los idiomas oficiales de Finlandia y no tiene nada que ver uno con otro. El sueco pertenece a la misma familia que el danés y el noruego, pero el finés pertenece a la misma familia que el estonio.
Finlandia tiene una ley conocida como “el derecho de toda persona” que permite a cualquiera transitar, acampar y recolectar frutos en la naturaleza sin importar quién es dueño del terreno.
En 2014 el correo finlandés sacó una edición especial de sellos postales con motivos de Tom of Finland.
PIES DE FOTO
1. Vista panorámica de Helsinki con la catedral luterana y la rueda de la fortuna.
2. Ventana de las casas tradicionales de madera en la isla Suomenlinna.
3. Vista desde el viaje en ferry entre Helsinki y la isla Suomenlinna.
4. Tienda de segunda mano en el distrito de Kallio.
5. La catedral luterana de Helsinki se terminó de construir en 1852.
6. Letrero de la calle de Sofía en sueco, finés y ruso.
7. Exposición de Pauliina Kaasalainen en Kaapeli.
8. Vista del puerto de Helsinki y la plaza de mercado.
9. Fachada de la estación central de tren de Helsinki.
10. Sellos postales finlandeses con motivos de Tom of Finland.
Ilustraciones de Tom of Finland / Diseño de BOTH
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Publicado el 9 de diciembre de 2020 por Marck Gutt | Don Viajes.
Última actualización: 9 de diciembre de 2020.
Versión editada de una historia publicada en la revista National Geographic Traveler, octubre 2015.
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