Lanquín y Semuc Champey: pozas turquesa de Guatemala
Llegar a Semuc Champey, uno de los paraísos naturales de Guatemala, no es cosa fácil. Eso sí, cruzar el departamento de Alta Verapaz vale toda la pena. Recorrer caminos de terracería y viajar en camiones de redilas se recompensa con cascadas tropicales, pozas de agua turquesa y cuevas inundadas que se recorren a la luz de velas.
No es raro encontrar imágenes de Semuc Champey en las agencias de viajes que presumen los destinos más famosos de Guatemala. De hecho, abundan. Y la culpa es de decenas de pozas de agua turquesa. La postal, que se repite sin agotarse, es tan legendaria como invitadora. Misteriosamente, los mismos locales que presumen el paraíso en carteles se ocupan de mantenerlo secreto. No es cosa de egoísmo, sino de movilidad.
El departamento de Alta Verapaz, con sus ríos caudalosos y bondades tropicales, es espectacular. De sus caminos, dicen, no se puede afirmar lo mismo. Guatemala es uno de los países continentales más pequeños de América y, por lo mismo, las distancias en kilómetros extrañamente intimidan. Los mapas recalcan la pequeñez centroamericana, pero obvian su geografía. Y los caminos, cuando se enfrentan a volcanes y a montañas, irremediablemente se enredan.
Son menos de 300 kilómetros los que separan al aeropuerto de Ciudad de Guatemala de Semuc Champey. En tiempo, estamos hablando de unas ocho horas. Eso, claro, en el entendido de que se viaje de día y en coche particular. En camión, el viaje dura 10 horas que pueden ser 15. Eso sí, a cambio de sortear baches olímpicos y tramos de terracería, el trópico recompensa a las visitas con cascadas selváticas, cuevas inundadas y pozas de agua turquesa.
Base en Lanquín:
Hoteles, grutas y ríos
El descenso hacia el valle de Semuc Champey es un camino de terracería falto de misericordia. Con cada una de las pendientes, el frescor de la montaña cede terreno al calor húmedo tropical. Las coníferas que custodian a la localidad de Pajal, la última sobre la carretera en forma, pierden protagonismo. Pronto, el paisaje se cubre de bromelias, costillas de adán y helechos jurásicos.
Los últimos 25 kilómetros de viaje son los más pesados. Más que un camino de tierra, la vía es una franja desprovista de vegetación donde las piedras sueltas y los lodazales no dan tregua. Antes de llegar a Semuc Champey, un pueblo se presenta como un descanso redentor. Se trata de San Agustín Lanquín, una localidad que sirve como base para los viajeros ávidos de aventura.
Lanquín es famoso por sus hoteles y su gasolinera. Dicho lo anterior, el pueblo es más que un lugar de paso. Uno de sus atractivos turísticos, quizás el más famoso, es el descenso en llantas gigantes por el río Lanquín. En plan explorador, sin embargo, las entrañas de la tierra son más prometedoras. Al atardecer, el parque nacional Grutas de Lanquín sorprende a las visitas con grutas iluminadas, sitios ceremoniales prehispánicos y centenares de murciélagos.
K’an Ba y río Cahabón:
Cascadas y cueva inundada
10 kilómetros de terracería separan a Lanquín de Semuc Champey. En ausencia de transporte público, el medio más conveniente para llegar es la parte de atrás de una pick-up. Los lugareños, conscientes del valor turístico que han adquirido sus todoterreno, cobran cantidades aleatorias para apilar aventureros entre sus redilas. El viaje dura más de una hora y no está de más ser de los precavidos que alcanzan lugar sentado.
A orillas del río Cahabón, Semuc Champey se prueba más que una postal envidiable. No hace falta siquiera ingresar a la reserva para ver los derroches de verdor que visten al pueblo. Monos que mueven las copas de los árboles y cascadas que no dependen de la temporada de lluvias sirven como antesala de las pozas de agua turquesa más famosas de Alta Verapaz.
El río está acompañado de columpios rústicos, pero cuando se trata de aventura el secreto de Semuc Champey es K’an Ba. Conocidas también como Las Marías, estas cuevas inundadas ofrecen recorridos con ayuda de cuerdas y de velas. Cascos no, ¡velas! La entrada de la cueva es una postal digna de película. Indiana Jones y los espeleólogos insensatos. Dentro, el agua alcanza el nivel del cuello y la vela no dura mucho encendida. Trepar escaleras, nadar contracorriente y tirarse un clavado de tres metros forman parte de la experiencia. Todo, prácticamente a oscuras.
Agua turquesa:
Las pozas de Semuc Champey
Semuc Champey es un pueblo chico y las indicaciones no fallan. Después de cruzar un puente y subir un par de pendientes, espera la taquilla de la reserva ecológica. Descubiertas en la década de 1950, las pozas de Semuch Champey están catalogadas como monumento natural de Guatemala. Eso sí, gracias a su ubicación remota, se trata de un lugar no del todo atiborrado.
Dentro del parque una bifurcación marca la diferencia entre subir al cielo e ir directo al agua. Aunque el nombre parece inofensivo, las vistas privilegiadas del mirador no son para cualquiera. La montaña, apenas acondicionada con escalones donde son muy necesarios, conduce hasta los 700 metros de altura. Ahí, una plataforma de madera y un puesto de cocos frescos ofrecen un cacho de paraíso. Cuando el valle revela su postal icónica, las palabras y las cámaras se quedan cortas.
Luego de contemplar las pozas turquesa es momento de sentirlas. Cuesta abajo, el camino apenas se siente. Los minerales del agua, responsables de su color, son también los que forman las pozas gigantes de origen natural. Por suerte, no impiden nadar en el río en compañía de derroches de verdor y decenas de especies de aves. Afortunados los que no tomamos el consejo de evitar el largo camino a Semuc Champey. En este rincón de Guatemala, caer en tentaciones no implica renunciar al paraíso, sino visitarlo.
Tips de viaje:
El aeropuerto internacional La Aurora, en ciudad de Guatemala, tiene vuelos directos desde Bogotá, Madrid y varias ciudades en Centroamérica, Estados Unidos y México.
Para llegar a Lanquín hace falta rentar coche, contratar un tour o reservar un shuttle, particular o privado. Rentar coche acorta el tiempo de traslado, pero la carretera es complicada y los últimos kilómetros están en muy mal estado.
Para llegar a Semuc Champey desde Lanquín hace falta motocicleta o coche alto todoterreno. Los locales cobran por llevar pasajeros en sus camiones de redilas.
Lanquín y Semuc Champey tienen clima tropical templado con mínimas que no suelen bajar de 12 °C y máximas que no suelen alcanzar los 30 °C. Entre mayo y octubre llueve mucho.
El restaurante La Flamenca, en Lanquín, ofrece tapas españolas y platillos típicos de la región como kalá empanizado, chical con pepita y quib con huevo.
Zephyr River Lodge, en Lanquín, es un híbrido entre hotel y hostal. Cuenta con alberca al aire libre, bar con alma fiestera y oferta de tours tanto en Lanquín como en Semuc Champey.
Curiosidades:
En Guatemala la flota de transporte público está compuesta por autobuses reciclados. Cuando Estados Unidos se deshace de sus camiones escolares viejos, Guate los enchula con pintura cromática y los rebautiza como burras.
El prototipo de la Cajita Feliz de McDonald’s se inventó en la década de 1970 en una sucursal de Guatemala. En sus inicios no tenía juguete, ni nombre ni cajita, era solo un menú completo para niños.
En q'eqchi', una lengua maya hablada sobre todo en los departamentos de Alta Verapaz, Baja Verapaz, Petén, Izabal y Quiché, Semuc Champey significa “donde el río se esconde bajo la tierra”.
A los guatemaltecos, coloquialmente, se les conoce como chapines. ¿No aman el mundo de los gentilicios en español?
PIES DE FOTO
1. Río Lanquín visto desde Zephyr River Lodge.
2. Cuevas del parque nacional Grutas de Lanquín.
3. Costilla de adán en la exuberancia del valle de Lanquín.
4. Puente sobre el río Cahabón en el pueblo de Semuc Champey.
5. Pozas de agua turquesa en Semuc Champey.
6. Sendero El Mirador en el parque natural Semuc Champey.
7. Las pozas de Semuc Champey tienen cerca de 350 metros de largo.
8. El río Cahabón alimenta las pozas de Semuc Champey.
9. Desayuno tradicional chapín en Zephyr River Lodge.
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Publicado el 8 de enero de 2021 por Marck Gutt | Don Viajes.
Última actualización: 8 de enero de 2021.
Versión editada de una historia publicada en la revista V de Volaris, marzo 2019.
El contenido de esta publicación es resultado de un viaje realizado con el apoyo de Zephyr River Lodge.
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