El Egeo turco: turismo en Bodrum y Éfeso
Bodrum es uno de los destinos costeros más populares de Turquía. La antigua Halicarnaso debe su fama a marinas, clubes de playa y hoteles de lujo como Amanruya, pero su lista de atractivos no se conforma con brisa mediterránea. Tierra adentro, no muy lejos de Esmirna, las ruinas del Templo de Artemisa, el Odeón de Éfeso y el pueblo de Şirince ofrecen más que mar, arena y sol.
Turquía está dividida en siete regiones. Una de ellas, la del Egeo, es famosa por sus ruinas grecorromanas, sus hoteles de lujo y sus malecones que cobran vida durante el verano. La ciudad costera de Esmirna, conocida en turco como Izmir, presume su puesto del segundo puerto más importante del país. Cuando se trata de turismo en el Egeo, sin embargo, Bodrum es la reina.
Con menos de 40 mil habitantes, esta ciudad se las arregla para atraer turistas como un imán. Las razones, más allá de las postales mediterráneas, son históricas. Hasta antes de ayer, el puerto que conocemos como Bodrum fue la antigua Halicarnaso. Persas, griegos, romanos y bizantinos endiosaron este rincón del Egeo y lucharon por su control. Y a su paso construyeron desde el gran teatro de Éfeso hasta el castillo de Bodrum.
En la primera mitad del siglo XX, con la caída del Imperio otomano, Bodrum dejó atrás sus aires de grandeza. La ciudad del Templo de Artemisa, una de las siete maravillas del mundo, cambió los sueños imperiales por los muelles pesqueros. Poco a poco, la ciudad se pobló con agencias de viaje, clubes de playa y restaurantes con terrazas a orillas del Egeo. Y más temprano que tarde, el destino de fin de semana local se convirtió en un paraíso turístico internacional.
Hoy, los viejos molinos de viento y el bazar de este puerto conviven con algunos de los hoteles más lujosos de Turquía. A los atractivos turísticos de Bodrum, que incluyen también marinas presumidas y tours en yate, se suman los tesoros culturales regados en el camino a Esmirna. No muy lejos de las bahías vírgenes y los malecones, la región del Egeo sorprende a las visitas con las ruinas del Gran Teatro de Éfeso, los vinos artesanales del pueblo de Sirince y las aguas termales de Pamukkale.
Ruinas de Éfeso:
Templo de Artemisa, Gran Teatro y Odeón
170 kilómetros al norte de Bodrum se encuentra Selçuk, una localidad cuyo principal atractivo son sus recuerdos. El distrito, custodiado por vestigios arquitectónicos, presume desde teatros griegos y fortalezas bizantinas hasta mezquitas de los beylicatos de Anatolia. La lista de zonas arqueológicas y ruinas esparcidas en este rincón del Egeo no es acotada. Si se tiene que elegir la más icónica, sin embargo, la respuesta suele ser unánime: Éfeso.
Construida en el siglo 10 antes de la era común, Éfeso fue una de las grandes ciudades de la Antigua Grecia. Considerada por muchos como la ciudad clásica mejor conservada de Occidente, esta zona arqueológica es una ventana monumental al pasado. Del Templo de Artemisa, una de las siete maravillas del mundo antiguo, apenas sobreviven restos de columnas. Afortunadamente, otros edificios de la ciudad milenaria corrieron con mejor suerte.
Inscrita como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, Éfeso se pueden recorrer con una visita guiada, de la mano de audioguías o de forma instintiva siguiendo los mapas esparcidos por el sitio. Los principales atractivos de las ruinas son el Gran Teatro de Éfeso, el Odeón y la biblioteca de Celso, posiblemente la imagen más retratada y representativa de la ciudad.
Con la compra de un boleto adicional, también se puede visitar la zona de las terrazas. Miles de horas de trabajo de restauración permiten exhibir la opulencia de las élites que habitaron la ciudad en sus tiempos de gloria. Tapizadas de murales y mosaicos con detalles minuciosos, las terrazas impresionan tanto como la grandeza de los sitios públicos de la ciudad.
Tour por Şirince:
Licor de frutas y artesanías de fieltro
A 10 kilómetros de Éfeso, montaña arriba, la región del Egeo muestra otra de sus caras. Sirince es una aldea tradicional en la que viven menos de mil personas. Con sus callejones empedrados y techos de teja, el pueblo se dedica a la producción de licor de frutas, aceita de oliva y artesanías como tapetes de fieltro y muñecas tejidas a mano.
Iglesias otomanas, cafés con vistas panorámicas y túneles formados por casas que accidentalmente se sostienen unas a otras protagonizan las postales de Sirince. El pueblo, en el que las mujeres se pasean con coronas de flores en la cabeza, mantiene sus tradiciones gracias a los euros, las libras y las liras que derrochan los turistas que llegan en crucero al puerto vecino de Kusadasi.
Una vuelta por el pueblo basta para ver desde las ruinas de la iglesia de San Juan Bautista hasta la galería del hotel boutique Kirkinca, especializada en el arte de fieltrar. La tienda es prácticamente un museo textil y, por lo mismo, conviene fijarse límites. En Sirince, todavía más tentador que un tapete o lo que queda de un fresco bizantino, es una probadita del aceite de oliva y de los licores de fruta artesanales.
Amanruya:
Hotel de lujo en Bodrum
Cerca de 15 kilómetros al norte de Bodrum, al otro lado de la península, los malecones transitados ceden protagonismo a las bahías vírgenes de agua turquesa. Una de ellas, cerca del pueblo de Torba, se presenta como el cielo en la Tierra. Camuflado entre pinos y cipreses se encuentra Amanruya, uno de los hoteles de lujo más emblemáticos de Bodrum y de la región del Egeo.
El hotel, la única propiedad de Aman Resorts en Turquía, presume albercas privadas, clubes de playa silenciosos y torres que son simultáneamente biblioteca y mirador. La arquitectura sobria de Amanruya está pensada para fundirse con el entorno, no para competir con él. Después de todo, cuando se trata de robar la atención a uno de los rincones mejor conservados del Egeo turco, la lucha se tiene perdida.
Cada habitación en Amanruya es una villa privada con chimenea turca, alberca y terraza. A las amenidades de las suites se suman tratamientos de spa, servicio de transporte en carros de golf y restaurantes inspirados en la cocina turca tradicional. El mayor de los lujos del Aman de Bodrum, sin embargo, es la promesa de calma. El hotel compró más de 20 hectáreas de terreno frente al golfo de Gulluk, no para crecer, sino para asegurar que el silencio y el verdor perduren a orillas del Egeo turco.
La distancia entre Estambul y Bodrum es de 700 kilómetros. El viaje en carretera toma cerca de siete horas y media y los vuelos directos duran poco más de una hora.
Tips de viaje:
El aeropuerto internacional de Bodrum está 35 kilómetros al norte de la ciudad y recibe vuelos directos de Estambul y varias ciudades europeas, incluidas Ámsterdam, Frankfurt, Londres y París.
El aeropuerto internacional de Esmirna (Izmir) se encuentra 215 kilómetros al norte de Bodrum y 63 kilómetros al norte de Éfeso. Recibe vuelos directos de Estambul, Asia Occidental y varias ciudades europeas, especialmente en verano.
Rentar coche es la mejor opción para moverse con libertad en la región del Egeo, en especial para recorrer distancias largas. En plan sol y playa, sin salir de Bodrum, no hace falta rentar coche.
Bodrum tiene clima mediterráneo. Los veranos son cálidos y secos, con temperaturas que rondan entre 19 y 34 °C. Los inviernos, que coinciden con la temporada de lluvias, tienen temperaturas que rondan entre 8 y 20 °C.
En Bodrum, la panadería Yunuslar Karadeniz ofrece dulces típicos, desayunos turcos y un arsenal de postres que incluye tartas de fruta, croissants y cheesecake. Además, por supuesto, de simit, el pan tradicional que más de uno llama el bagel turco.
Curiosidades:
Beylicato es el nombre que recibieron los emiratos turcos que ocuparon la península de Anatolia entre el siglo XI y XV. Los beylicatos eran regidos por un bey.
La bandera turca no es la única que utiliza la luna creciente y la estrella en su bandera. Cuando menos una docena de territorios, incluidos países tan lejanos como Algeria e Indonesia, se valen del mismo símbolo.
En línea recta, Bodrum se encuentra a aproximadamente 340 kilómetros de Atenas. La isla griega de Kos, en cambio, se encuentra a menos de 20 kilómetros. Bodrum y Kos están conectadas por ferry. El viaje toma cerca de 45 minutos, pero hace falta pasar migración en ambas direcciones.
Amanruya es un nombre compuesto por dos palabras de diferentes idiomas. En sánscrito, aman significa paz. En turco, rüya significa sueño. Con un poco de imaginación, Amanruya significa sueño de paz o sueños pacíficos.
PIES DE FOTO
1. Atardecer en la bahía de Bodrum, uno de los principales destinos costeros de Turquía.
2. El paseo costero de Bodrum es uno de sus principales atractivos turísticos.
3. Castillo de Bodrum, también conocido como castillo de San Pedro de Halicarnaso.
4. Éfeso fue una de las doce ciudades de la Liga Jónica en tiempos de la Antigua Grecia.
5. Junto con los vestigios del Templo de Artemisa, la biblioteca de Celso es uno de los íconos de Éfeso.
6. Tapetes artesanales de fieltro en la tienda del hotel Kirkinca en Sirince.
7. Ruinas de la iglesia de San Juan Bautista en Sirince.
8. Menemen, desayuno tradicional turco de huevos con tomate y especies, en el hotel de lujo Amanruya.
9. Habitación de Amanruya, el hotel de Aman en Bodrum.
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Publicado el 22 de junio de 2021 por Marck Gutt | Don Viajes.
Última actualización: 22 de junio de 2021.
Versión editada de una historia publicada en la revista Valor Corporativo, julio 2014.
El contenido de esta publicación es resultado de un viaje realizado con el apoyo de Aman Resorts.
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