Atractivos de Bacalar: laguna de siete colores, fuerte de San Felipe y Kohunlich

Camuflado en el verdor de la península de Yucatán, Bacalar esconde atractivos como cenotes, selvas comestibles y zonas arqueológicas. En más de un sentido, esta laguna de siete colores es el rincón más dulce de Quintana Roo y el Caribe mexicano. Si te preguntas qué hacer y cómo llegar a Bacalar, sigue leyendo. Estromatolitos, observación de aves, recorridos en kayak, visitas a Kohunlich y más.

 
Laguna de los siete colores en Bacalar.

Laguna de los siete colores en Bacalar.

 

Quintana Roo es uno de los estados más jóvenes de México. Y gracias a la fama de Cancún, también uno de los más visitados. Tapizado de playas vanidosas, este territorio es capaz de seducir lo mismo a locales que a viajeros del otro lado del mundo. Aunque no se trata de un estado difícil de transitar, su poder de atracción se desvanece lejos del mar. Más allá de la costa, de Quintana Roo y el Caribe mexicano se conoce poco más que nada.

El destino estrella de México debe su título a la promesa de agua turquesa, arena blanca y sol radiante. Por suerte, no hacen falta hoteles monumentales ni botargas de rana para satisfacer antojos caribeños. Es más, existe un lugar donde ni siquiera hace falta el mar para dar con la postal anhelada. Tierra adentro, en Bacalar, el paraíso se acompaña con más oxígeno y menos salitre.

Conocido por su laguna, Bacalar es un pueblo relajado fiel a las bondades naturales de la península de Yucatán. Más que logotipos corporativos y precios en dólares, este lugar presume selva tupida, sitios históricos y accidentes geográficos afortunados. Y sí, su fama repentina tiene que ver con columpios sobre agua que se apoderan de Instagram, pero no hay que dejarse engañar: la dulzura de Bacalar va más allá de las apariencias.

 
Vista de la laguna desde el muelle del hotel Mía Bacalar.

Vista de la laguna desde el muelle del hotel Mía Bacalar.

Cormorán en el muelle de La Playita Bacalar.

Cormorán en el muelle de La Playita Bacalar.

 

¿Cómo llegar a Bacalar?:
Laguna entre Cancún y Chetumal

La laguna de los siete colores, el atractivo más famoso de la región, descansa entre Cancún y Chetumal. Cuando menos desde México, lo más conveniente para llegar a Bacalar es volar al aeropuerto de Chetumal, la capital de Quintana Roo. Esta ciudad se encuentra cerca de 40 kilómetros al sur de Bacalar. Ya sea en taxi, shuttle o camión, el recorrido toma poco más de media hora.

Desde Cancún, el viaje a Bacalar es más largo. Recorrer los casi 400 kilómetros entre el destino más famoso de Quintana Roo y la laguna de los siete colores toma cerca de cuatro horas y media. Desde Playa del Carmen el tiempo de viaje se reduce una hora y desde Tulum se reduce dos horas. Las alternativas para llegar a Bacalar incluyen camión, taxi, servicio de transporte privado y coche rentado.

 
Los siete colores del arcoíris sobre la laguna de los siete colores en Bacalar. ¿Cómo llegar a Bacalar?

Los siete colores del arcoíris sobre la laguna de los siete colores en Bacalar.

 

Historia de Bacalar:
Fuerte de San Felipe y Kohunlich

Este pueblito no tiene los callejones más pintorescos ni las fachadas más coloridas de la península de Yucatán, pero está orgulloso de su pasado. A diferencia de otros destinos en la Riviera Maya, concebidos específicamente como desarrollos turísticos, Bacalar no nació ayer. Si bien es cierto que la mayoría de la gente visita este lugar en busca de una laguna de siete colores, los atractivos naturales se sirven con muchos años de historia. Cientos, en el corazón del pueblo. Y miles, no tan lejos.

Bacalar ya es excepcional empezando por su centro histórico. En lugar de una señora iglesia, el zócalo presume un fuerte del siglo XVIII. Este edificio, conocido como castillo de San Felipe, es testigo de arrebatos y rifirrafes imperiales. Cuando el Caribe era más peligroso que complaciente, el gobernador colonial de Yucatán levantó el fuerte para proteger su dominio de la resistencia maya y de la avaricia inglesa. Ahora, el castillo es un museo de sitio acompañado con cañones, leyendas de piratas y vistas envidiables de la laguna.

70 kilómetros tierra adentro, una zona arqueológica cuenta una historia todavía más antigua. Kohunlich es una ciudad maya que fue construida en el siglo VI de la era común. El complejo presume mascarones de estuco que mantienen su color original y pozas de recolección de agua llamadas chultunes. Pese a su ubicación remota, el sitio está impecablemente conservado. Los asuntos de palacio, si se quieren encaprichadamente, no siempre van tan despacio. Kohunlich se puede visitar en tour guiado o por cuenta propia.

 
Mascarones con relieve y pigmento original en Kohunlich.

Mascarones con relieve y pigmento original en Kohunlich.

Fuerte de San Felipe en el centro de Bacalar.

Fuerte de San Felipe en el centro de Bacalar.

 

Laguna de Bacalar:
Kayak, rápidos y botes

Bacalar tiene pinta de playa caribeña, sin embargo, sus encantos son más dulces que el mar y menos superficiales que las apariencias. Los miradores del fuerte de San Felipe y del hotel Laguna Bacalar ofrecen las postales icónicas del pueblo, pero solo eso. Los secretos mejor guardados del lugar incluyen productores de oxígeno, rápidos color turquesa e islas tapizadas de aves. Para descubrirlos, hace falta navegar la laguna en lugar de verla desde fuera.

Para empezar, es básico un recorrido por la laguna. No guiado por el Billboard Hot 100, sino por Jesús Álvarez, un local devoto de las particularidades geográficas de Bacalar. Este cuerpo de agua dulce, uno de los más extensos de México, es el resultado de una falla geológica. Sus siete colores son producto de cenotes de distintas profundidades y de muchos minerales. Tantos, que son pocos los peces que viven en sus aguas. Eso sí, Bacalar está rodeada de organismos milenarios que son fuente de vida. Aunque tienen pinta de piedra, los estromatolitos son capaces de producir en un metro cuadrado el mismo oxígeno que diez hectáreas de bosque.

“Mucho de lo que sé lo aprendí de biólogos que vienen a estudiar la laguna”, dice Jesús que aprovecha cualquier oportunidad para recordar que los bloqueadores solares son la criptonita de Bacalar. Un par de horas sobre el agua basta para ver tres especies de mangle y bancos de arena visitados por aves migratorias. Con un poco de suerte, incluso se asoma un cocodrilo de río. Bacalar es un ecosistema complejo, por eso es importante asegurar que los planes de desarrollo no sacrifiquen al gavilán caracolero y al cormorán bicrestado en nombre de las motos acuáticas.

En plan activo, la laguna y sus alrededores también tienen lo suyo. Algunos hoteles y compañías locales ofrecen tours y renta de kayaks y tablas de stand up paddle. El agua es de lo más tranquila y no se necesitan dones expertos para remar, pero no está de más recordar que la laguna tiene más de 50 kilómetros de largo.

Para encontrar aguas más retadoras hace falta viajar 25 kilómetros hacia el sur, donde un par de palapas delatan la presencia de un club de playa. Los Rápidos, entre Bacalar y Xul-Ha, es la puerta a los canales de agua cristalina que conectan ambas lagunas. El lugar tiene infraestructura justa, pero si la idea es nadar con la corriente o remar contra ella, es más que suficiente.

 
Vista panorámica desde el hotel Laguna Bacalar.

Vista panorámica desde el hotel Laguna Bacalar.

Kayak transparente del hotel Mía Bacalar.

Kayak transparente del hotel Mía Bacalar.

 

Selva comestible:
Agricultura sintrópica en Bacalar

Bacalar está más cerca de Belice que de cualquier ciudad grande mexicana y, aun así, algo en sus sabores remite antes a Tijuana que a San Pedro. Las fronteras juegan un papel más protagónico que los ecosistemas en las dietas locales. En el caso de Quintana Roo, un estado en su mayoría poblado por migrantes de varias partes del país, el fenómeno es todavía más evidente. Un par de cuadras en Bacalar basta para encontrar esquites, tostadas y marquesitas, un postre yucateco parecido a una crepa crujiente rellena.

Este pueblo relajado celebra los recetarios que ha traído consigo el desarrollo turístico, pero no se olvida de la tierra. Gracias al trabajo de Colectivo Waybil, en Bacalar crece una selva comestible. El modelo, basado en los principios de la agricultura sintrópica, propone retomar las formas de la naturaleza para estratificar el bosque y aprovechar su productividad. “La selva es el ecosistema más rico y abundante del mundo, solo tenemos que seguir sus pasos”, dice Jorge Espinoza, el líder del proyecto.

Más que otra iniciativa pretenciosa que hace de la sostenibilidad un lujo inaccesible, la selva comestible es un semillero. En el sentido literal, para sembrar, cosechar y suministrar alimento saludable a la comunidad. Y en sentido figurado, para replicar el modelo de par en par. “La idea es plantar árboles que guardan agua y sirven como abono para otros estratos”, dice Jorge entre deshidratados solares y jardines medicinales, “así no hace falta traer recursos externos”.

Por lo pronto, el colectivo trabaja en germinar semillas y en producir tinturas madre. A futuro, la idea es impartir talleres educativos, ofrecer canastas con productos de temporada y echar raíces más allá del paraíso.

 
Jorge Espinoza en la Selva Comestible Bacalar.

Jorge Espinoza en la selva comestible de Bacalar.

Marquesita en el zócalo de Bacalar.

Marquesita en el zócalo de Bacalar.

 

Tips de viaje:

  • El aeropuerto de Chetumal está 35 km al sur de la laguna de Bacalar. El aeropuerto de Cancún sirve como alternativa: ofrece vuelos directos a varias ciudades y países, pero está cerca de 300 km más lejos.

  • Con menos calor y menos moscos, el invierno es la mejor temporada para visitar la península de Yucatán. El verano, en especial entre agosto y octubre, es temporada de huracanes y llueve mucho.

  • Mía Bacalar, a las afueras del pueblo, ofrece alberca al aire libre, tratamientos de spa y suites con jacuzzi. El hotel cuenta con columpios en la laguna y kayaks transparentes para uso de los huéspedes.

  • La cocina de Nixtamal ofrece aguachile, camarones al achiote, parrillada de verduras y langosta del puerto vecino de Mahaual. En su terraza, la kombucha casera y la música en vivo van de la mano.

  • A orillas de la laguna, La Playita Bacalar sirve empanadas, pizzas, ensaladas y tacos de pescado. Como diría Drexler, su cocina es de ningún lado del todo y de todos lados un poco.

Curiosidades:

  • Bacalar es un reducto del nombre maya Sian Ka'an Bakhalal que significa entrada al cielo rodeada de carrizos, una especia de caña que alguna vez fue abundante alrededor de la laguna.

  • El nombre Kohunlich también tiene que ver con una planta, pero proviene del inglés. El término cohoon ridge alude a la palmera de corozo que es común en la zona.

  • Los estados que conforman la península de Yucatán tienen disputas fronterizas. Conocido como Put, el punto exacto donde convergen Campeche, Quintana Roo y Yucatán es un misterio hasta el día de hoy.

  • Bentley Motors anunció la muy esperadísima por todos producción de 12 descapotables de lujo edición especial. El modelo, llamado Bentley Bacalar, cuesta solo millón y medio de libras esterlinas.

 

PIES DE FOTO
1. Muelle en la laguna de los siete colores en el centro de Bacalar.
2. Fuerte de San Felipe en el zócalo de Bacalar.
3. Halcón guaco en la zona arqueológica de Kohunlich.
4. Zona arqueológica de Kohunlich, 70 km al suroeste de Bacalar.
5. Hotel Laguna Bacalar con vista panorámica de la laguna.
6. Germinados del proyecto selva comestible de Colectivo Waybil.
7. Atardecer en el muelle del hotel Mía Bacalar.
8. Canales cristalinos en Los Rápidos, entre Bacalar y Xul-Ha.
9. Gavilán caracolero sobrevuela la laguna de los siete colores de Bacalar.

 

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Publicado el 31 de agosto de 2020 por Marck Gutt | Don Viajes.
Última actualización: 17 de junio de 2023.

El contenido de esta publicación es resultado de un viaje realizado con el apoyo del Consejo de Promoción Turística de Quintana Roo.

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